miércoles, 22 de febrero de 2012

EL LEÓN Y EL RATÓN

Luego de una dura jornada de caza el león se echó a descansar debajo de un árbol. Cuando se estaba quedando dormido, unos ratones se pusieron a jugar a su alrededor. De pronto, al más travieso le dio por esconderse entre la melena del león, con tan mala suerte que lo despertó. Muy malhumorado, el león agarró al ratón entre sus garras.
¿Cómo te atreves a perturbar mi sueño, bicho miserable? ¡Voy a darte tu merecido! rugió abriendo de par en par sus enormes mandíbulas, dispuesto a engullirse al ratoncito de un mordisco.
Por favor no me mates, león. Yo no quería molestarte. Si me dejas ir te estaré eternamente agradecido alcanzó a decir el pequeño roedor, tan tembloroso de miedo que al león le pareció cómico, y hasta simpático.
¡ja, ja, ja! se carcajeó de buena gana el león. ¡Una pequeña cosa como tú ayudándome! ¡no me hagas reír!
Pero la pequeñez de ratón y su miedo a ser comido lo conmovieron y terminó dejándolo ir. Semanas más tarde, el león cayó en la red de unos cazadores ilegales. Su rugido de angustia resonó por la selva entera y llegó a oídos del pequeño ratón, el cual, sin pensarlo dos veces, corrió en su ayuda. Al verlo el león le dijo:


Hola amiguito ¡qué alegría verte! mira la situación en que me encuentro. Pronto vendrán los cazadores y me matarán. No te preocupes, león. Tú me dejaste vivir, y eso es algo que no se olvida.
Apenas dijo esto, cortó con sus pequeños y afilados dientes el nudo de la red que apresaba al león y lo dejó libre. 

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Te deseo primero que ames y que amando, también seas amad@. Y que, de no ser así, seas breve en olvidar y que después de olvidar, no guard...